Hace unos meses conocí al Principito,
un ser muy inteligente y alegre que vino en una misión secreta a nuestro planeta. Por circunstancias del destino me tocó acompañarlo
en su travesía.
Una mañana, mientras buscaba en
su mapa una dirección decidí preguntar a un vendedor que pasaba cerca la ubicación de la calle que buscábamos,
resultó que estaba a la vuelta de la esquina.
Este hecho no le agradó mucho al Principito, ya que no lo había dejado utilizar el mapa.
Horas después se quejaba de quedarse atrás mientras yo
avanzaba pronto una pendiente, le dije –No hay problema si te pierdes sacas tu
mapita y asunto arreglado. –Jamás hubiera dicho eso, se puso rojo como tomate,
me miró como si con los ojos deseara descubrir mis pensamientos. Yo no pude
evitar reír, primero por lo cómico de su rostro, después de nervios cuando
observé que realmente estaba muy, muy molesto.
Regresé hasta donde se encontraba sin saber cómo pedir disculpas por mi
comentario. –Discúlpame, no lo vuelvo a hacer– Él no
dejaba de mirarme fijamente –¿De verdad lo harías?¿Me dejarías aquí solo?– contestó. Al mirar sus gestos, no pude evitar sonreír
de nuevo, después de todo aquel ser mágico se mostraba un poco humano. Sin
embargo él tomó como burla mi sonrisa. Después
de esto seguimos caminando en silencio.
Más tarde, nos perdimos al llegar
a una calle sin salida, el Principito no perdió la ocasión para recordarme su
mapa
–Yo te ubicaría rápido, pero como no quieres
que utilice mi mapa, lo haré con mi GPS.
Y muy contento sacó su celular con GPS y
empezó la búsqueda, desafortunadamente la calle que buscábamos aún no aparecía
en el mapa satelital y tuvimos que volver a preguntar. Cuando llegamos al sitio que buscábamos
rápidamente sacó su mapa y quedé sorprendida: Tenía marcadas con puntos de
colores cada una de las estaciones que habíamos pasado– Ya recordé que en el
mapa este lugar no aparecía por eso hice la marca aquí– me comentó señalando un
punto en la nada del mapa– ¿Ves? Aún no aparece en los mapas– ¡Wow! –pensé– Si
Antoine de Saint Exupéry hubiera descrito este gusto del Principito por los
mapas, me hubiera ahorrado uno que otro mal entendido.
Pasado el mediodía, el Principito
quiso tomar revancha. Así me presumió su planeta: - En mi planeta no solo hay
rosas, también hay árboles con flores muy bellas. Y es más grande de lo que te imaginas, no es
como el tuyo que parece tener una sola calle. Estoy decepcionado de tu planeta:
una sola calle, ni siquiera tiene flores, con decir arriba llego abajo y
visceversa.
Lo miré fijamente y no pude
evitar sonreír comprendí que había estado en silencio durante horas meditando
lo que habría de decir. Le dije- Ah, aun estas molesto por lo del mapa. Pero lo que has dicho es cruel. Retiro lo dicho sobre tu mapa.
Entonces, el Principito sonrió.
Szív Márquez
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