José Nieto entra, las llaves se le caen haciendo sonoro ruido.
Diego Velázquez: -¡Callaos! que no dejáis ordenar esta maravillosa pintura en mi mente. Debe ser una de mis mejores creaciones
¡Escuchad!: Una mesa larga, muy larga con lino verde, a su alrededor 13 escribanos mas una que preside. Seis a la derecha, siete a la izquierda, una a la cabeza. Debo poner luz, mucha luz. Al fondo una mesa, tres sillas, tres personas que aparecerán entre las sombras para dar profundidad. Arriba cuatro candelabros, un poco a la izquierda una mesa con pergaminos y cuatro ventanales en perspectiva. La vista de las 14 personas hacia nosotros, mirándonos.
Infanta Margarita: Buenos días tenga vuestro gentil servidor, ¿cuándo pintará un cuadro para mi?
Diego Velázquez:- Muy pronto vuestra alteza, muy muy pronto.
La infanta Margarita se dispone a saborear en un jarro chocolate que María Agustina Sarmiento le alcanza no sin antes hacer una reverencia. Isabel de Velazco llega y le pregunta a la infanta Margarita si desea salir a dar un paseo por el bosque.
Margarita contesta que sí, un poco más tarde ya que en ese momento mira a Diego Velazquez hacer uno de sus retratos.
Felipe IV entra. Saluda al viejo pintor, mientras avanza le comenta a Margarita de Austria sus deseos de salir de cacería la mañana siguiente. Al ver a su perro cerca de Maribárbola y Nicolasillo Pertustato pide a estos lo lleven fuera del salón donde se encuentran. Pertustato que es un poco sordo no entiende y lo patea.
Marcela Ulloa le susurra al sirviente que lleve al perro a un lugar de descanso antes de que el rey se enoje por la acción de Pertustato.
Pero Felipe IV no está interesado en el perro en ese momento, le causa curiosidad el rostro de Diego Velázquez quien lo mira sin ver. Felipe IV observa de cerca sus ojos, estos tienen el reflejo de una mesa larga, muy larga con tela de lino verde que no está en la instancia. Felipe IV se talla los ojos, vuelve a mirar el reflejo de los ojos de Diego y observa ahora a 14 personas alrededor de la mesa, una a la cabeza y 13 escribanos que con tinta de carbón anotan en encuadernados pergaminos mirándolo fijamente.
Szív Márquez