
Hasta que un día, el dragón se topó no con uno, sino con cinco dragones más... la lucha fue mortal, aquellos dragones habían recorrido tambien mares, montañas, desiertos... solo así cedió un poco y pude atarlo.
De vez en cuando intenta soltarse, pero lo mantengo asegurado bajo siete candados, en la torre más alta de un castillo que llega hasta las nubes. Es mejor así, porque al asomarse a la ventana solo mira las nubes y no se da cuenta de lo que sucede abajo.
Apenas ayer, vi a un dragón pequeño correteando a su dueño. Qué cosa más curiosa, aunque algunas personas me dicen que esto no es sorpresa: Tenemos una plaga de dragones en la aldea.
Szív Márquez.