Ella lo miraba,
Lo miraba todo el tiempo...
entre la espesura del bosque,
la inmensidad del cielo,
en el espejo del agua,
entre las grietas rocosas...
De tanto mirarlo
un buen día atrapó su espíritu…
dentro de su cuerpo.
El espíritu al llegar
lo primero que hizo fue
curiosear...
giró su gran y único ojo
mirando a la derecha
después a la izquierda
una vista breve y pestañeó.
Volvió a mirar,
ahora al centro,
de nuevo a la derecha,
otra vez a la izquierda
y pestañeó.
Inspeccionó debajo de los ojos,
cerca de las pestañas,
miró fijamente el iris,
le tomó el pulso,
paseo por su estómago,
y pestañeó.
De pronto se emocionó...
se emocionó tanto...
gritó, bailó,
giró sobre sí mismo,
y dando un gran salto…
Alcanzó un latido,
dos latidos, dio un saltito
y pestañeó.
En medio de cada latido
se puso a barrer, limpiar,
decorar...
cuando aquel espíritu miró su
labor
quedó tan contento, sonrió
y pestañeó.
Un giro a la derecha
después a la izquierda
un vistazo breve y pestañeó.
Szív Márquez