Recortó las estampas y al hacerlo llegó el recuerdo de tardes tejiendo debajo del árbol de Anona en casa de su tía, música infantil en el tocadiscos, revistas con rostros de los artistas del momento.
En cada recorte parecía que seleccionaba el color de un estambre. Buscó una caja y le hizo los cortes justos para dejar solo la mitad de la misma.
Cada estampa era un hilván, cada hilván un recuerdo: el tío zapateando en la cocina, la tía contando cuentos, el papalote en lo alto mas allá de la azotea de la casa. Papeles tirados por un helicóptero con la promoción de refresco (Escuis de mandarina con envase de vidrio por supuesto) El juego de las escondidas tirando el bote en la calle, allá donde a veces alguien quemaba basura (en aquél tiempo aún era permitido). El juego de la lotería por las tardes, el miedo a la estampa de la calavera o del Diablo que nadie deseaba le saliera.
Cada estampa, iba hilvanando aquellos juegos, columpios, canciones y encuentro pacífico de niños jugando en la calle sin temor.Dió un suspiro y terminó de forrar, entonces las revistas como recuerdos regados se organizaron en aquella caja.
Szív Márquez.
2 comentarios:
Muy evocador...Me gusta
Hola anónimo, gracias por tomarte la molestia de comentar.
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