Hace unos días leí el cuento
Historia de un niñito bueno. Historia de un niñito malo de Mark Twain. (Si tienen un Paralibros cerca ahí lo pueden encontrar). Es un libro que causa conmoción la primera
vez que se lee. Decir que a los niños buenos les pueden pasar cosas malas y a
los niños malos pueden pasar cosas buenas
es algo que hasta hace algunas décadas no se enseñaba fácilmente en nuestra cultura adoctrinada,
acostumbrada a ver lo blanco, blanco y lo negro, negro.
Leyendo la reseña del libro, el
lector no puede más que estar de acuerdo. “Así es la vida” dice el autor, no
siempre a las personas buenas les ocurren cosas bonitas y a las personas
consideradas malas les ocurren solo cosas malas. Tiene que ver más con lo real, lo que vivimos
a diario.
Recordando los cuentos originales
y la forma como Disney los ha maquillado viene a la mente la realidad que no es
tan hermosa como la cinematografía la ha dibujado. Los malos momentos forman parte de la vida
cotidiana, solo que la sociedad se ha esforzado en mostrar solo la parte
“bonita y bella” negando esa otra
realidad con la cual convivimos día a día.
Se ha llegado al punto de tratar de inhibir el dolor, el
sufrimiento eso se observa en las series
de TV, al antagonista por lo general le va mal y siempre hay algún héroe rescatando
una doncella. Se busca el escape de la realidad: Videojuegos, pastillas,
drogas... con tal de evitarla.
Niño bueno, niño malo nos
recuerda el origen de los cuentos. No como un choque de ideas sino como en
aquellos tiempos en los cuales éstos ejercían un papel en la educación de los
niños acercándolos a lo que podrían vivir más adelante. El cuento nos lleva a
reflexionar acerca de nuestra realidad, se necesita valor para afrontar la
consecuencia de los actos pero también para disfrutar y vivir cada día sea
blanco, negro o gris con todos nuestros sentidos. Al final quienes habitamos el planeta no somos ángeles ni
demonios o extraterrestres simplemente seres humanos.
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