Tres versos eran suficientes para alimentarme. Yo amaba su poesía... hasta que alguien le sugirió vertir tres gotas de veneno por cada verso...
A él le pareció divertido y lo hizo... El veneno penetró tan profundamente en mi ser que empecé a disolverme: Primero desapareció mi cuerpo, después mi voz que fue dejando ecos a su paso... Por úlltimo mi memoria.
Szív Márquez
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