De “La patria que no tenemos”
... Un aire violeta sobre la ventana: me despierta.
¿Habrá nuevas rutas
para saber si todavía el corazón canta desde su herida?
Pesados párpados sobre la ilusión de la luz,
pasos arrastrantes dolorosos.
Mano sobre el pecho,
quizá no debí despertar: más allá de este instante
hay fauces de acero, miradas de hojalata...
El mundo corre tras la fragilidad del menos afortunado.
El día entierra saetas,
la noche
tiene la virtud de encerrarme dentro de una burbuja...
Seguiré diciendo
que el amor es un invento celeste
para sostener las hilachas del último encuentro...
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