Esto lo escribí entre el 2002-2003. Tenía muchos horrores en la redacción, comparto. Cualquier parecido con la realidad solo es coincidencia.
I
Desde lo alto
Desde lo alto se oye un grito. Un estallido irrumpe la calma, un estallido que rasga el alma.
Los ojos cansados observan, palpitan... las manos duras, toscas, destrozadas, furiosas.
El valor yergue el pecho, el valor yergue la vida. Una luz guía el camino, la libertad es el destino.
Correr de pies descalzos, pies cansados, pies heridos. Algunos en huaraches, de calzoncillo blanco, de arremangadas mangas con machetes y rastrillos. Los rostros fatigados sonríen al advertir el bello símbolo que une su ronco pecho al decir: ¡Viva la América!¡Muera el mal gobierno!
"¡Muera el mal gobierno! parece la manta repetir al ondear en la fría noche con aquél ronco latir.
II
Las tunas rojas marchitas al transcurrir varias lunas, bajo la manta bendita aquel grito aún escuchan. Y la manta va tomando un color, color de sangre ante una y mil batallas de valor, honor y coraje. Otras tunas rojas pronto, muy pronto se van marchitando aquél grito en el aire aún perdura y no se sabe hasta cuando.
Indios, mestizos y criollos en el campo se han unido, la sangre vertida en batalla en la manta se ha reunido. De pronto el sueño, de repente el milagro. ¡Fuera España! ¡Independencia! ¡El grito fue escuchado!
Y la manta se ilumina del color de la esperanza, la libertad, la fe, la vida, la unión de los mexicanos.
Aquellos ojos cansados, las manos duras y toscas saludan diciendo "Hermano, esto aún no ha terminado", Y otra vez los pies descalzos, cansados, heridos, empolvados corren de un lado a otro, tropiezan de vez en cuando.
III
Bajo la manta bendita los ávidos ojos redondos y una voz en grito encierra aún el bello milágro. El ser alado levanta su bella faz majestuosa y la luz del sol le manda una sonrisa piadosa.
El corazón hecho tuna sobre la tierra prometida resplandece en la mañana de ésta mi tierra bravía. Y después de varias lunas, varios soles,otras luchas. Bajo la manta bendita las tunas aún se marchitan.
El ser alado levanta de pronto en el aire su grito, un silbido que recuerda la voz del primer estallido.
Y de nuevo aquellos ojos, pies y manos ya dormidos. Indios, mestizos y criollos despiertan a un solo grito. Un grito que está en el aire recordando el surgimiento...
Libertad, Fe y Unión jurando ¡Bajo el Gran Manto Bendito!
Szív Márquez