28 ago 2011

¡Qué llueva!¡Qué llueva!

¡Qué llueva!!Qué llueva!

Que la lluvia lave las heridas de la tierra,
nos de por un instante la ilusión de pureza
descansar del rencor un momento, calma, paz.
Sin escuchar el estruendo del helicóptero,
ni las noticias de guerra en televisión.
Ofrendas de sangre fueron cosa del pasado,
en piedra de sacrificio niños y doncellas.
Parece que camináramos hacia atrás,
ofrenda de inocentes al dios dinero, dios poder.

¡Qué llueva!¡Qué llueva!
Que la lluvia lave las heridas de la tierra....



Szív Márquez.



.

Realidad etérea

  No hay neblinas blanquecinas  ni miel surgiendo a borbotones justo a mitad del plexo. Solo un espejo translúcido elevándose hasta la perpe...