20 oct 2013

TEXTO DE JORGE ADALBERTO SALINAS MIROS.

LES COMPARTO UN BELLÍSIMO TEXTO DE JORGE  A. SALINAS MIROS. Mediador del PNSL:
 
 
Los gansos de temporada.
Para todos aquellos,
Que valoran el amor todo el tiempo
y no por temporadas.


Nunca imaginé, que esa mañana, muy cerca de los pies de aquella majestuosa montaña, rodeada de árboles, cañadas y vertederos de agua cristalina. Y lo ancho de aquel lago, que hacia las delicias de hogar y reposo de aves que venían de muy lejos, cambiarían mi vida de una manera que quedaría m...arcada para siempre.
Fue la primera vez, que bajo los primeros rayos, del amanecer de esos días de enero, el frío calaba hondo y en cada dentellada, mis manos aprisionaban más, lo robusto de mis brazos.
Tras verme retirado del lugar donde trabajaba, realice un pacto que quedó sellado para siempre con la madre naturaleza.
Puedo considerar, que esa, había sido la mejor inversión de mi vida, y opte, por alejarme del bullicio de la ciudad y de las personas.
Era el lugar perfecto, para crear manchones de óleo, y la bien estructurada fuente de inspiración para declararle el amor a la naturaleza a través de una poesía.

Esa mañana, en el lago, se había desatado un gran concierto de elegantes, finos y majestuosos GANSOS. Alardeaban creo yo, sobre como decidir por el futuro de uno de ellos. Lo tenían rodeado. Unos aleteaban, otros graznaban mientras que los demás observaban o simplemente se zambullían.
El asunto, era delicado para aquel triste y digno animal. El cual yacía de lado, con un ala totalmente quebrada. Victima tal vez de los disparos de un ambicioso cazador.
Total, que dejé lo que estaba haciendo y me llamó la atención, aquel desprotegido animal.
Pudo haber sido el destino, el que también sellaba una cita con esa ave. La cual, no se inmuto siquiera, cuando yo me le acerque. Despedía un halo de ternura y entre su mirada, pude sentir, que su dolor era insoportable. Sangraba y parecía que todo para el desaparecería. La parvada sobrevolaba los alrededores y los graznidos emitidos por ellos, podían decirme que lo ayudara.
Ese día logre entender lo maravilloso y mágico del amor, en completa soledad y alejado de la civilización, había llegado a mi vida un ser que venia de lejos cansado y abatido no tanto por la inclemencias del tiempo, si no por aquella crueldad con que había sido derribado. Por las mismas manos de un hombre diferente a mi.
Comencé por atenderlo, limpie su herida la cual siempre mantuve aislada de todo. su recuperación fue favorable y poco a poco, los días iban pasando. Tuvo la oportunidad de volver a ver los cielos, sentir que el aire golpeaba su plumaje y que en cada sobre vuelo de cualquier ave, el alzaba su vista, como añorando los días felices y llenos de gloria cuando el todavía volaba.
Tuvo que adaptarse a lo terrestre y solo permanecía parado, con la vista perdida en el horizonte. Sentía que su mirada denotaba tristeza y nostalgia. Quizás por no haber tenido la oportunidad de emigrar con sus hermanos, quizás también, por la sensibilidad de sus heridas y por creer tal vez, que jamás y nunca volvería a volar.
Un año, fue suficiente para que ese ganso me robara el corazón. Todos los días a muy tempranas horas de la mañana alegaba con su graznido que era la hora para levantarse. Y que también había que darle de comer.
Compartimos los mejores momentos, disfrutamos los mejores amaneceres con sus atardeceres viví de maravillas una primavera totalmente floreciente, un candente y ardiente verano, un elegante y señorial otoño, un frío pero abrasador y gélido invierno el cual seria el ultimo que gozara con el. Pues en la próxima primavera, volvería a ocupar su lugar en esa formación en V.

Quizás, no lo se, pero, me daría gusto de volver a verlo, la próxima temporada volando al frente de la parvada como todo un líder.
Y que el graznido de él, lo distinga de los demás así sabré, que de verdad ha vuelto
Para llenar mi vida de motivación y esfuerzo. Por eso, enero, será la señal, de que ha llegado la temporada de gansos.

Jorge A Salinas Miros.

Realidad etérea

  No hay neblinas blanquecinas  ni miel surgiendo a borbotones justo a mitad del plexo. Solo un espejo translúcido elevándose hasta la perpe...