12 feb 2012

Natura

Abrió los ojos y la sorprendió el camino. Viajaba en un autobus rumbo a las montañas. El verde paisaje, el olor del viento, un lago a lo lejos le hicieron pensar que iba rumbo al paraíso, tranquilamente cerró los ojos y como si pasara de un portal a otro descubrió que todo había sido un sueño. Afuera llovía, un aire frío entraba a su habitación, cerró los ojos con la esperanza de encontrar de nuevo aquel portal. Los abrió, ahora estaba enmedio de un bosque. A lo lejos se escuchaba un crepitar de hojas que se fue acercando cada vez más y más. Hasta ella llegó una brisa y luego sintió un fuerte golpe, era un remolino tan grande que la levantó en vilo. Entonces se descubrió a si misma: Su cuerpo era extremadamente delgado y verduzco, una hoja de árbol.




Szív Márquez

Realidad etérea

  Ni esferas que se quiebran o neblinas blanquecinas,  ni miel surgiendo a borbotones justo a mitad del plexo. Solo un espejo translúcido el...